POSIBILIDADES Y LIMITACIONES DEL SOFTWARE EDUCATIVO.
Para comenzar con esta entrada es
conveniente reflexionar sobre la pregunta que nos plantea Santos Urbina ¿Poseen todos los productos la calidad necesaria
para considerarse “educativos”?
A mi modo de ver, esta pregunta
no tiene una sola respuesta, ya que dependerá mucho del tipo de persona, de su
cultura, de su aprendizaje y de su edad. Una persona joven hoy en día convive
con las tecnologías, sabe acceder a ellas y las sabe utilizar, es probable que
esta persona piense que el uso de las TICS pueda ser muy beneficioso en las
aulas siempre que se use adecuadamente. En cambio, las personas de otras
generaciones, pueden pensar que todo esto tan solo aporta inconvenientes y que
para nada sería educativo. Tal vez, porque ellos han sido enseñados de una
manera más tradicional a través de libros, y no sepan utilizar las tecnologías.
Encontraremos controversias de
respuestas, pero todas llegaran a un único fin, que es buscar lo mejor para la
educación. Por tanto, tendremos que ver el software como una herramienta más en
el aula, debido al tipo de sociedad en la que nos encontramos.
En definitiva, a lo que Haugland
(1992) responde que dependerán de cómo
sea utilizado, y será responsabilidad de los adultos realizar las elecciones
apropiadas para que resulte beneficioso.
Ahora bien, ¿cómo tiene que ser
un software dirigido a la educación?
En primer lugar, deberíamos respondernos
a tres preguntas esenciales: ¿qué?, ¿a quién? Y ¿para qué? Ya que depende de
muchos conceptos clave.
Para Marquès (1996) las características
de un programa educativo son: facilidad
de uso, capacidad de motivación, adecuación curricular, versatilidad
(programables y abiertos), enfoque pedagógico actualizado, promover un continua
actividad cognitiva en el alumno, facilitar aprendizajes significativos,
desarrollar capacidades cognitivas y metacognitivas, orientación al alumno, existencia
de módulos de evaluación, uso de tecnologías avanzadas y diferenciación
respecto a otros materiales.
Para Santos Urbina un software debería tener las siguientes consideraciones:
Cabe mencionar, que todo ello
depende del uso que le queramos dar. No es lo mismo utilizarlo como un
complemento a las actividades programadas en clase, que utilizarlo como
estrategia única.
El otro día en clase tuvimos que
analizar un software con una de las tablas que sale en la lectura de Valverde
Berroco- Modulo III. Evaluación de
materiales didácticos multimedia.
Ahora bien, teniendo en cuenta
todos los puntos anteriores tengo que decir, que una cosa es lo que pensemos
los adultos y otra cosa son los niños. En la clase tuvimos que analizar un software
que en mi caso fue TEO. Como grupo llegamos a una conclusión, comentando y debatiendo
los errores que creíamos, casi todo lo que veíamos nos parecía correcto, pensando como un niño. Pero no fue hasta que
no llegue a casa y se lo puse a mi hermanita de 4 años cuando realmente me di
cuenta de todos los errores que tenía. Por ejemplo: Teo es un juego muy
llamativo que te incita al juego, te habla y te orienta a seguir unos pasos. Pero
tiene varios errores, uno de ellos es que cuando termina la actividad, o de
hablar, la pantalla se queda fija y no dice ni hace nada. Otro error
encontrado, es a lo que llama Urbina, tratamientos de errores. En este caso cuando no acertaba siempre era un
“NO” la contestación. Claro, después de tres veces seguidas, se cansaba de
jugar ya que no sabía cómo hacerlo y no se le daba o ayudaba a conseguir la respuesta correcta para avanzar de nivel. Por
otro lado, está comprendido para niños de tres a ocho años, pudiendo
seleccionar el nivel. Pero al tener tanta variedad de edad, algunas de las
actividades eran demasiadas complejas para su edad.
Para concluir esta entrada y contestándome
a la pregunta del principio, considero que no podemos decir si un software es malo
o es bueno, ya que cada uno de ellos nos servirá y nos aportara algo en
concreto. Como bien nos dice Haugland, dependerá
de la selección y del uso que le demos.
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