viernes, 7 de noviembre de 2014

POSIBILIDADES Y LIMITACIONES DEL SOFTWARE EDUCATIVO.

Para comenzar con esta entrada es conveniente reflexionar sobre la pregunta que nos plantea Santos Urbina ¿Poseen todos los productos la calidad necesaria para considerarse “educativos”?

A mi modo de ver, esta pregunta no tiene una sola respuesta, ya que dependerá mucho del tipo de persona, de su cultura, de su aprendizaje y de su edad. Una persona joven hoy en día convive con las tecnologías, sabe acceder a ellas y las sabe utilizar, es probable que esta persona piense que el uso de las TICS pueda ser muy beneficioso en las aulas siempre que se use adecuadamente. En cambio, las personas de otras generaciones, pueden pensar que todo esto tan solo aporta inconvenientes y que para nada sería educativo. Tal vez, porque ellos han sido enseñados de una manera más tradicional a través de libros, y no sepan utilizar las tecnologías.

Encontraremos controversias de respuestas, pero todas llegaran a un único fin, que es buscar lo mejor para la educación. Por tanto, tendremos que ver el software como una herramienta más en el aula, debido al tipo de sociedad en la que nos encontramos.

En definitiva, a lo que Haugland (1992) responde que dependerán de cómo sea utilizado, y será responsabilidad de los adultos realizar las elecciones apropiadas para que resulte beneficioso.

Ahora bien, ¿cómo tiene que ser un software dirigido a la educación?

En primer lugar, deberíamos respondernos a tres preguntas esenciales: ¿qué?, ¿a quién? Y ¿para qué? Ya que depende de muchos conceptos clave.

Para Marquès (1996) las características de  un programa educativo son: facilidad de uso, capacidad de motivación, adecuación curricular, versatilidad (programables y abiertos), enfoque pedagógico actualizado, promover un continua actividad cognitiva en el alumno, facilitar aprendizajes significativos, desarrollar capacidades cognitivas y metacognitivas, orientación al alumno, existencia de módulos de evaluación, uso de tecnologías avanzadas y diferenciación respecto a otros materiales.

Para Santos Urbina un software debería tener las siguientes consideraciones:



    


Cabe mencionar, que todo ello depende del uso que le queramos dar. No es lo mismo utilizarlo como un complemento a las actividades programadas en clase, que utilizarlo como estrategia única.

El otro día en clase tuvimos que analizar un software con una de las tablas que sale en la lectura de Valverde Berroco- Modulo III. Evaluación de materiales didácticos multimedia.

Ahora bien, teniendo en cuenta todos los puntos anteriores tengo que decir, que una cosa es lo que pensemos los adultos y otra cosa son los niños. En la clase tuvimos que analizar un software que en mi caso fue TEO. Como grupo llegamos a una conclusión, comentando y debatiendo los errores que creíamos, casi todo lo que veíamos nos parecía correcto,  pensando como un niño. Pero no fue hasta que no llegue a casa y se lo puse a mi hermanita de 4 años cuando realmente me di cuenta de todos los errores que tenía. Por ejemplo: Teo es un juego muy llamativo que te incita al juego, te habla y te orienta a seguir unos pasos. Pero tiene varios errores, uno de ellos es que cuando termina la actividad, o de hablar, la pantalla se queda fija y no dice ni hace nada. Otro error encontrado, es a lo que llama Urbina, tratamientos de errores.  En este caso cuando no acertaba siempre era un “NO” la contestación. Claro, después de tres veces seguidas, se cansaba de jugar ya que no sabía cómo hacerlo y no se le daba o ayudaba a conseguir  la respuesta correcta para avanzar de nivel. Por otro lado, está comprendido para niños de tres a ocho años, pudiendo seleccionar el nivel. Pero al tener tanta variedad de edad, algunas de las actividades eran demasiadas complejas para su edad.


Para concluir esta entrada y contestándome a la pregunta del principio, considero que no podemos decir si un software es malo o es bueno, ya que cada uno de ellos nos servirá y nos aportara algo en concreto. Como bien  nos dice Haugland, dependerá de la selección y del uso que le demos. 

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